Es un espacio de aprendizaje e intercambio dentro de un contexto educativo para la capacitación e investigación en las problemática de consumo y las adicciones
lunes, 21 de julio de 2014
Despenalizar o no despenalizar. ¿Esa es la cuestión?
El debate sobre la despenalización, no debería alejarnos del
cuestionamiento acerca de las carencias y falencias en las políticas sanitarias y educativas actuales.
Consumir drogas no es un delito. Está claro que la penalización del
consumo estigmatiza al adicto y obstaculiza los procesos judiciales.Y esto es así porque el derecho a la vida y a la integridad física no
implica una obligación a vivir y a mantener la propia integridad: en sistemas
democráticos, ambos deben ser entendidos como derechos disponibles. Pero
plantear únicamente por ello la despenalización, sería responder con simpleza a
una problemática compleja.Debatir por sí o por no, genera una dicotomía que promueve posturas
fundamentalistas perdiendo de vista el verdadero objetivo: el de considerar a
la Salud como un derecho social básico y actuar en consecuencia.
El discurso dicotómico divide, fragmenta, acentúa las diferencias desde
la intolerancia, por lo tanto es generador de exclusión. Y, en este espacio de
discusión, es fundamental que cada una de las miradas se complemente y
enriquezca con las demás, para intentar construir un discurso que, en su esencia,
se aproxime a una respuesta válida en relación a la problemática de las
adicciones.
Despenalizar es un punto de llegada, no de partida.
Lo que debería cuestionarse, es
cuáles van a ser la medidas que van a
ser necesarias para poder correr al adicto del sistema penal. Es real que la
cantidad de causas por consumo lentifican el sistema judicial sin generar
respuestas efectivas para la lucha contra el narcotráfico. Estigmatizan al
adicto excluyéndolo del sistema laboral. Pero también es cierto, que hoy funciona como
un dispositivo que acerca a la red asistencial a muchas personas que no
hubieran llegado de otra forma. Antes de cortar ese circuito, aun
reconociéndolo como deficiente, hay que
sentarse a diseñar un circuito, inclusivo y contenedor, que dé respuestas
integrales frente a la problemática.
Desde un ámbito legislativo, se deberá discutir y establecer una reglamentación clara en
relación al planteo de la despenalización: cuánto, quiénes, cómo, dónde, etc.Otro de los temas que surgen frente al planteo de despenalización, y que
requieren de un debate serio y profundo, es el de las políticas de Reducción de
daños.Hablar de Reducción de
daños, debería implicar previamente, el garantizar a todas las personas, el
acceso al sistema de salud, es decir, una inserción social efectiva.
¿Quién
se pregunta sobre qué respuesta sanitaria ofrece cada provincia para las
personas con patologías psiquiátricas que requieran una contención intensiva, o
menores en conflicto con la ley, o mujeres que requieren modalidad residencial?
De todas maneras, el hecho de que en esta discusión no se planteen la
cantidad de variables implicadas, no significa que no sea válida. Si nos
quedamos con el discurso de que hay que abordar la complejidad, nos olvidamos
de que hay que empezar por algún lado.
El tema de la despenalización debe ser la excusa que nos convoca para iniciar la discusión, pero sin perder de
vista que esto es solamente una parte
del problema.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)